Montserrat Acebes de la Torre
Doctora en Historia del Arte
Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)
La pintura de Álvaro Reja nos acerca a una visión metafísica del espacio, aquella que es independiente de la experiencia, es decir, que surge de la intuición del artista. Para ello, desafía el concepto clásico, alejándose del artificio de la perspectiva y poder construir un universo sin límites, donde las figuras están destinadas a coexistir en armonía. ¿Pero cómo materializa esa visión? El artista, sin llegar a lo descriptivo, ordena en el plano el conjunto de imágenes que se agolpan en su mente. Para ello recurre a los elementos plásticos hasta presentarnos un microcosmos de ensueño. En él todo cuanto hay, todo cuanto acontece, se interrelaciona a través de ritmos coordinados, de la gradación y cadencia del color, a la que se suma una luz irreal que ayuda a construir la composición y obtener masas volumétricas de contenida y rotunda plasticidad. También contribuyen las formas abiertas que funden en un todo inseparable al fondo y la figura; por otra parte observamos cómo la materia se atomiza hasta desintegrarse a modo de big-bang en expansión, lo que genera una sensación evanescente que consigue a su temática trascender de lo material a lo espiritual y de lo cotidiano a lo sublime.
Esos escenarios infinitos gravitan sobre parajes naturales que en ocasiones se confunden con vagas y esquemáticas arquitecturas de trazos finos superpuestos sobre la mancha de color. Todo ello origina un entramado de compleja y sinuosa geometría que, a modo de escritura, construye poemas visuales a los que se suman al lirismo del color, enlazando con un expresionismo próximo al grupo “El Jinete Azul” y en particular a la visión de Paul Klee. El artista busca lo esencial y abstrae ciertas notas referenciales a lugares concretos, tanto rurales como urbanos, pero todas ellos son fragmentos de un único espacio creado por las emociones que sensibilizan al artista. Desde este plano conecta con la poesía de Federico García Lorca al tomar el paisaje como fondo sobre el que se desarrolla el contenido de gran parte de su obra. Lirismos que de nuevo encontramos en el fluir del tiempo a ritmo cadencioso de las personas y las cosas sencillas, que nos invita a detenernos ante la contemplación del mar, de la flor, del vuelo de una mariposa o de la caricia maternal.
La figura humana cobra un sentido mágico. Se nos muestra atemporal, al trasladarse desde el mundo rural a un mundo de ensueño. Los personajes bíblicos saltan, a través de los mitos, del pasado al presente gracias a la algarabía del color y la frescura de las formas. En cuanto a su canon se adapta más a las emociones que al frío academicismo. Oscila entre aquellas figuras de plasticidad suave y rasgos amables, cercanas a las ilustraciones de cuentos y fábulas infantiles. Y otras imágenes más rudas, cuya esquematización cubista de estructura geométrica hace que se nos revelen talladas a base de lápiz y pincel para silenciar el paso del tiempo. Particularmente llaman nuestra atención los enérgicos rostros de campesinos, pescadores y mineros de rasgos duros e incisivos con los que también conforma los referentes a personajes bíblicos, en especial aquellos que se relacionan con al tema de la Pasión. Del mismo modo, nos sorprenden sus manos rígidas, herméticas; poderosas pero no agresivas, torpes pero no duras, cuya escala rompe la armonía de las proporciones, próximas a la distorsión expresionista de Permeke y a lo deliberadamente mal hecho para expresar las huella del trabajo físico. Son manos cargadas de biografía que hablan de desigualdad en la vida. Porque como dice Umbral “nuestra mano es una herramienta y un arma”.
El contenido de la obra gira en torno al hombre, al que nos presenta en un sinfín de parámetros. Le aborda desde la dimensión del trabajo relacionado con el mundo rural, como reminiscencia de su infancia en Extremadura. Acompañan a las figuras los animales con los que convive y los objetos de los que se sirve. Todos ellos cobran vida porque Álvaro Reja tiene la facultad de ver el interior de los enseres que componen sus cuadros. También estudia al ser humano desde el plano social, poniendo de manifiesto las relaciones familiares en sus maternidades y escenas de la vida cotidiana, siempre cargadas de ternura y dejando vislumbrar lo inasequible de las emociones, que trascienden a través de la cadencia de color y el sentido lúdico. Asimismo, se aproxima a la dimensión trascendente en su pintura de temática religiosa que aborda con valentía en un momento de laicismo, donde las tesis materialistas se imponen. Tal vez por ello se acerca al tema desde el plano humano, cuya iconografía subyace en el subconsciente colectivo de los pueblos a lo largo de la historia. Le atrae en especial la fortaleza interior de unos personajes que afrontan con resignación las adversidades de la vida. Algunos motivos adquieren una fuerza plásticas que lejos del dramatismo, como El arca de Noé nos conducen a un mundo mágico en el que los relatos se encarnan en una realidad llena de delicadeza y emoción. Por ello podemos concluir que Álvaro Reja mira más con los ojos del alma que con los de la razón.
Las composiciones son muy variadas, desde aquellas que buscan un equilibrio clásico, a otras cuya apariencia es puramente anárquica, en particular en los paisajes urbanos como Memoria. No obstante una mirada atenta nos muestra el hilo conductor en ese laberinto que el artista reorganiza a través de estructuras circulares. Estas se observan con mayor evidencia en motivos religiosos como La oración en el huerto. Se ha relacionado a Álvaro Reja con El Greco, y en esa obra se pone de manifiesto en las figuras que, con cierto aire manierista, llenan todo el espacio y delatan la atmósfera agobiante que traduce el momento al que alude. Otras composiciones adquieren cierta verticalidad. En ellas, el dibujo alcanza autonomía creando obras de gran envergadura en cuanto a formatos y fuerza expresiva, entre los que dominan sus últimos descendimientos. Estos guardan reminiscencias del románico palentino, pero se alejan de la visión medievalista al cargarles de actualidad y conseguir que la dureza y rigidez de la forma se humanicen mediante un suave modelado de corte clásico, al tiempo que la distorsión expresionista ayuda a resaltar aquellas anatomías que dan significado al contenido y que sería difícil modificar sin destruir la vida interior de los personajes que en definitiva es lo que el artista pretende y pone de manifiesto mediante el entrelazamiento de las figuras y la coordinación entre el gesto y la mirada.
Contribuye a definir la pintura de Álvaro Reja la riqueza cromática. En sus lienzos pervive una profunda gama de los colores tierra que traduce su acercamiento al entorno castellano. La autonomía de color le acerca al fauvismo pero a diferencia de la agresividad y contrastes violentos que caracteriza a este movimiento, Álvaro Reja nos impresiona por la destreza y modulación con que pasa de la gama cálida a la fría, de los tonos fuertes a los suaves hasta conseguir armonizar y conjugar la composición con matiz poético. A ello también ayuda el contraste entre blancos y azules que incrementa la luminosidad y transparencia gracias a las veladuras. Toda esa riqueza de color, además de su poder de persuasión, encierra un contenido profundo que atiende a la necesidad interior del artista.
A la exuberancia de color se añade la variedad de técnicas, dominando en particular las técnicas mixtas en las que el collage se incardina sabiamente, de tal forma que, a veces, se nos hace difícil identificar. Proyecta en la obra una dimensión enriquecedora a la que se suma la diferente amplitud de la mancha y la densidad y primor con que trata la materia, que pasa de densa a trasparente y deja en ocasiones protagonismo al propio soporte, como es el caso de aquellas obras en papel, donde la aguada se conjuga con el dibujo para combinar color y forma. El soporte también contribuye a la diversidad y riqueza de texturas, de ahí que este elemento plástico sea esencial para el artista. Se sirve de un sinfín de materiales, seleccionados según requiera el tema o el motivo, ya que los considera imprescindible para expresar sus emociones. También para frenar la destreza de la mano del artista, cuidando el oficio al mismo tiempo que la creación.
Podemos concluir que la pintura de Álvaro Reja fluctúa entre la belleza ideal y la deformación expresionista, entre lo real y lo imaginario, entre el dibujo y la mancha. Su obra es un canto a las cosas sencillas. Parte de lo cotidiano profundamente enraizado con la tradición y la cultura rural para recrea un universo alejado del progreso, pretendiendo dejar constancia, con visión romántica, de ese mundo abocado a desaparecer. Para ello, su relato se ha ido modificando y enriqueciendo al convivir con un sinfín de movimientos artísticos como consecuencia de su interés por la historia y el devenir del arte. Pero Álvaro Reja desborda esas tendencias que consigue recrear y hacerlas suyas. Busca en la naturaleza la energía que le hace crecer en su dimensión espiritual y con vocación didáctica pretende mejorar la condición humana.
Exposición | Lugar | Fecha |
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Galería Rafael | Valladolid | 1993 |
Caja España | Palencia | 1995 |
Caja España | Guardo | 1995 |
Casino de Palencia | Palencia | 1998 |
Caja Círculo Católico | Burgos | 1999 |
Galería Merino | Palencia | 1995 |
Galería Art 16 | Girona | 1996 |
Galería Arte Marbella | Marbella | 2000 |
Galería Arte Murillo | Oviedo | 2001 |
Galería Arte Bernesga | León | 2002 |
Caja España | Palencia | 2003 |
Galería de Arte Murillo | Oviedo | 2003 |
Galería de Arte Bernesga | León | 2004 |
Galería Davinciart | Girona | 2005 |
Galería de Arte Durán | Madrid | 2005 |
Galería de Arte Murillo | Oviedo | 2005 |
Galería Tamar | Valencia | 2006 |
Galería de Arte Bernesga | León | 2006 |
Galería d'Art Nou Mil·leni | Barcelona | 2006 |
Caja Duero | Palencia | 2007 |
Galería de Arte Tioda | Gijón | 2007 |
Galería de Arte Murillo | Oviedo | 2008 |
Galería de Arte Tioda | Gijón | 2009 |
Galería Bernesga | León | 2009 |
Galería de Arte Murillo | Oviedo | 2011 |
Ballettzentrum Westfalenpark | Dortmund (Alemania) | 2013 |
Deutsche Bank AG | Wuppertal - Bermen (Alemania) | 2014, 06 Junio |
Galería de Arte Murillo | Oviedo | 2014, 12 Diciembre |
Galería Bernesga | León | 2015, 01 Enero |
Alte Kaffeerösterei Lünen | Lünen (Alemania) | 2015, 04 Abril |
Deutsche Bank AG | Wuppertal - Elberfeld (Alemania) | 2015, 05 Mayo |
Sala Don Sancho Diputación de Palencia | Palencia | 2016, 05 Abril |

Ayuntamiento de Castellón
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Ayuntamiento de Burgos (Salas de los Infantes)
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Caja España en Palencia
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Caja del Círculo en Burgos
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Centro Cultural Antigua Cárcel de Palencia
PREMIO | FECHA |
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Primer Premio Nacional de artes Plásticas de Castellón | 1981 |
Premio Ciudad de Ávila | 1992 |
Primer Premio de Pintura Rápida de Valladolid | 1993 |
Segundo Premio de Sala de los Infantes (Burgos) | |
Premio Ciudad de Frómista | 1994, 1995, 1997 |
Primer Premio San Pedro de Gallos (Segovia) | 1998 |
Seleccionado en el Salón de Otoño de Madrid | 1991, 1992, 1993 |
Primer Premio Cartel de Toros de Palencia | 2004 |
Primer Premio Cartel de Toros de Mérida | 2006 |
Primer Premio Cartel de Toros de San Fernando (Cádiz) | 2007 |
Primer Premio Cartel de Toros de Mérida | 2007 |
Primer Premio Francisco Lillo Mora de la Fundación Fundarte Ocular (Badajoz) | 2011 |
Arte Asturias Nº 0 en 2003
Muestra de Arte en Homenaje a Claudio Prieto Fundación Díaz Caneja
Diccionario de Pintores y Escultores del siglo XX
Palencia vista por sus artistas (Ayuntamiento de Palencia)
Sueños de ayer y hoy, de Javier Martínez
Arte Hoy, noviembre de 2003, pág. 122
Arte de vivir, 2006, Nº 80, página 80
Obra social cultural de Caja Duero, año 2007, Caja Duero Palencia